Nací en São Paulo en 1979, en el seno de una familia con raíces diversas: mi padre, de ascendencia japonesa, y mi madre, con herencia danesa y alemana. Desde pequeño, el mundo de las plantas y el diseño de espacios verdes fue una constante en mi vida, gracias a la influencia de mi abuela. Hija de daneses y profundamente conectada con la tierra brasileña, era una botánica de corazón y vocación, y se convirtió en mi primera gran inspiración. Su amor por la naturaleza creaba una atmósfera mágica cada vez que hablaba de su colección de orquídeas, describía las propiedades de las hierbas o señalaba las particularidades de cada flor en su jardín. Frecuentemente, se adentraba en la Mata Atlántica para estudiar especies únicas. Fue en esos momentos, entre sus historias y su respeto por la vida, donde comencé a ver el mundo natural con otros ojos y a comprender la conexión vital que tenemos con la naturaleza.
Años después, al ingresar a la universidad para estudiar arquitectura, me di cuenta de que mi verdadera vocación estaba en el diseño de espacios exteriores. Mientras algunos de mis compañeros se inclinaban por estructuras internas o el diseño urbano, yo sentía una profunda atracción por los lugares donde la arquitectura y la naturaleza podían coexistir en armonía, creando entornos que propician un encuentro con el entorno natural.
Durante mis años universitarios, tuve la oportunidad de trabajar en reconocidos despachos de paisajismo, colaborando con arquitectos destacados en proyectos que marcaron mi camino. Aprendí técnicas de diseño y profundicé en el conocimiento botánico, descubriendo que esta profesión está cargada de emociones y descubrimientos. Cada periodo de vacaciones me lanzaba a explorar nuevas culturas y jardines, ansioso por aprender más y por observar cómo otras sociedades se conectan con sus paisajes.
En 2015, visité Barcelona por primera vez en plena primavera. El clima mediterráneo, la flora diversa y los tonos esmeralda y turquesa del mar me cautivaron desde el primer momento, encendiendo en mí un deseo que no dejaría de crecer. En 2016, fundé mi propio estudio de diseño y ejecución de jardines en São Paulo, donde me dediqué a transformar espacios urbanos en auténticos refugios naturales. Sin embargo, la imagen de Barcelona seguía viva en mí, y en 2022 decidí mudarme a esta ciudad, estableciendo aquí mi estudio de paisajismo.
Hoy, después de casi tres décadas de trayectoria en el paisajismo, sigo aprendiendo y creando con la misma pasión que mi abuela despertó en mí. Cada proyecto es para mí una oportunidad de acercar a las personas a la naturaleza y de crear espacios que no solo embellecen, sino que conectan profundamente con el entorno, promoviendo un equilibrio genuino entre la vida urbana y el mundo natural.