Jardín de la Montaña
“Elaborar un proyecto de paisaje es como elaborar un cuadro: pensar en las perspectivas, las armonías, composiciones. ¡Y como en la pintura es un ejercicio de mirar! Ni siempre miramos con la debida atención y necesaria contemplación.
Este proyecto es una invitación a ojos porque lo que, en un principio, parece una indistinta aglutinación de verde, se revela como una rica combinación de tonos, texturas y reflejos. Aquí no hay belleza flores efímeras y fugaces para distraernos, sino más bien, un arreglo de especies autóctonas que invitan a nuestra mirada a deambular por los empinados caminos empedrados que llevar a casa. En el camino, la luz y la sombra pintan patrones secundarios e intensifican la experiencia de inmersión y pertenencia entre nosotros, el jardín y el bosque nativo, en una amalgama de sentidos, en un abrazo.
La elección de especies como Platanero y Liquidámbar intensifica tal experiencia, alterando las percepciones del espacio a través de la apertura y una mayor incidencia de la luz en invierno, así como reflejos en el tiempo y la impermanencia traducida en los cálidos matices de las estaciones cambiantes”